
Por lo demás, el traslado del Cristo de las Almas a la Victoria, resultó de lo más cofradiero, un traslado que comenzó con el Asilo de San José a oscuras y sólo iluminado por cirios, algo que estuvo precioso.
Así se ponía en marcha una comitiva seria y veloz, que ponía rumbo a la Porvera atravesando Juan de Torres, acompañada por el rezo de las Cinco Llagas de Cristo, y entre pisadas costaleras que llegaban de la mano de la cuadrilla comandada por martín Gómez.
Un hermoso preámbulo a los cultos que hoy comienzan, y un adelanto veraz, a la Cuaresma que ya nos está llamando a la puerta de las almas.