Debió surgir esta Hermandad a finales del siglo XV o principios del XVI y posiblemente en su origen fuera Hermandad de Ánimas, pasando a dar culto al Santísimo Sacramento por influencia de las que, con ese fin, se fundan en la Capital de la Archidiócesis Hispalense en esa época, auspiciadas por Doña Teresa Enríquez, llamada la “Loca del Sacramento”.
En el cuaderno de Cofradías, formado por orden del Consejo Real en 1568, ya figura en la Iglesia Parroquial de Santiago, cuyos representantes legales declararon ante los Comisarios Apostólico y Regio el 3 de Febrero de dicho año 1568, “que la fundaron unos feligreses de la Parroquia, y que en tiempo en que fue provisor de Sevilla, el futuro Obispo de León, D. Juan Fernández Temido, con su licencia se comenzó a pedir limosnas y celebrar los cultos en honor del Santísimo Sacramento y sufragio de sus hermanos”.
Parece deducirse, según se estipula en una de las cargas que pesaban sobre la Cofradía, y que textualmente dice: “Y demás desto dicho el Viernes Santo y Jueves Santo dé esta Hermandad nueve libras de cera con que se alumbre al Santísimo Sacramento y más toda la cera que se gasta en las misas rezadas de todo el año” que, al pagar la Cofradía la cera del Monumento, es indicio de que esta Hermandad tenía doble carácter: Sacramental y de Sufragios, caso éste que se encuentra repetidamente en la época.
Ya en el Cabildo Capitular del día 4 de Julio del año 1588, aparece la Cofradía del Santísimo Sacramento en la Iglesia Parroquial de Santiago.
En el año 1617 se celebra Cabildo General en que, con gran asistencia de Hermanos, se toma el acuerdo “ … de creer y confesar públicamente que la Santísima Virgen María, como Madre de Dios, fue concebida sin la mancha de pecado original, juramentándose en defenderlo, hasta derramar la propia sangre, si preciso fuere, en dicha defensa… ”.
La Hermandad acordó celebrar solemnemente el tercer centenario de dicho acuerdo, concediéndosele, con este motivo, por el Cardenal Arzobispo de Sevilla D. Enrique Almaraz y Santos el privilegio de usar ornamento de color celeste en la Función Votiva de la festividad de la Virgen de la Paz.
El 31 de Julio de 1619, formaliza contrato por el que "… Yo Juan Díaz de Mendoza, platero vecino que soy de esta Ciudad de Jerez de la Frontera en la collación de San Dionisio ….. hará para la Confraternidad del Santísimo Sacramento de la dicha Iglesia de Santiago de esta Ciudad, una Custodia de plata que es larga de peso de doce mil onzas de plata del modelo ejecutado que está en un papel naranja y que se ve dicho dibujo de la Custodia de poseer para Santiago, ….. está firmada de mi Juan Díaz de Mendoza y del Hermano Mayor de la Cofradía del Santísimo Sacramento de la dicha Iglesia del Señor Santiago…".
También posee documentación acreditativa de los muchos y valiosos objetos de su propiedad.
En esta época hay ya constancia de que siguiendo secular tradición y por especial privilegio, en la festividad del Jueves Santo, corresponde al Hermano Mayor portar el Lábaro ante el palio en la procesión para llevar al Santísimo hasta el Monumento y recibir del Preste oficiante la llave del Sagrario del mismo que, cerrado Éste le colgará del cuello portándola y custodiándola en su poder hasta los Oficios del día siguiente.
No se sabe con exactitud cuando se une a la de la Santísima Virgen de la Paz, quedando constancia de la Solemne Procesión que con dicha Imagen, la del Señor Santiago, y cerrando la Custodia con el Santísimo Sacramento tenía lugar en la festividad del Titular de la Parroquia a finales del siglo XVIII y durante el XIX cuando, en éste último, las circunstancias políticas lo permitían.
En la primera mitad del siglo XX la Hermandad celebraba Solemne Procesión Eucarística en la Dominica de Pentecostés, para llevar a S. D. M. a los enfermos e impedidos de la feligresía para el cumplimiento Pascual, por las calles principales de la misma.
A esta Procesión precedía otra que, en la Festividad de la Ascensión del Señor, se efectuaba privadamente en vehículos, para visitar a los enfermos que residían en los puntos más alejados de la, entonces, amplísima feligresía parroquial y cuyas calles no estaban en el itinerario de la Procesión Solemne.
Ya en la segunda mitad del siglo XX, concretamente en la década de los sesenta, se renueva la antigua tradición instituyéndose la Procesión Solemne con el Santísimo Sacramento en su antigua y valiosa Custodia propia para recorrer las calles de la feligresía en la Dominica Festividad de la Santísima Trinidad – anterior a la del Corpus Christi – que se conserva hasta final de la década de los setenta, fecha ésta en la que comienza para la Hermandad un periodo decadente, por motivos ajenos a su voluntad, que llega hasta nuestros días.
La Hermandad se vio impedida de la celebración de sus Cultos de Reglas, hecho éste que coincide con el fallecimiento de Don Manuel González-Gordon, Hermano Mayor durante muchos años.
Asimismo, se vio obligada a reducir su actividad, manifiesta de su existencia, a la asistencia a la Procesión del Corpus Christi de la Ciudad, ya que el Cabildo Catedral, en ningún momento, dejó de invitarla a la misma, señalando en la propia invitación el tramo en que debía portar el palio de respeto, tras la Custodia, el último del itinerario en razón a su antigüedad como decana de las Sacramentales jerezanas y ocupando, igualmente, el último lugar en el cortejo.
De la misma forma se ha venido asistiendo a la Procesión de Minerva de la Sacramental de San Miguel, única que ha mantenido durante todo este tiempo su invitación a la de Santiago.
En la década de los noventa, un grupo de hermanos se dirige al Prelado lamentando la situación de la Hermandad y pidiéndole que tomara las medidas necesarias para que la corporación volviese a desarrollar la actividad prevista en las Reglas y no interrumpida desde su fundación. Por la autoridad eclesiástica fue nombrada una Comisión Gestora con el encargo de actualizar las Reglas conforme a la normativa vigente en aquel momento, realizar el inventario de bienes del amplio y valioso patrimonio de su propiedad, en parte dolorosamente perdido, y poner al día un censo de hermanos muy mermado por los fallecimientos y la incomprensible prohibición de admisión de nuevos hermanos, ya que llegó a contar en sus filas con más de cuatro centenares de cofrades.
Tras más de una década de trabajos dificultados por múltiples circunstancias, la llegada de Monseñor Del Río Martín y el indiscutible interés que demostró desde el primer momento por la Hermandad fructificaron, con la inestimable ayuda de la Delegación Diocesana de Hermandades y Cofradías, en la convocatoria de un Cabildo de Elecciones del que salió la primera Junta de Gobierno tras la Comisión Gestora que, tras tomar posesión de sus cargos el 12 de diciembre de 2006, se planteó como principales metas la revalorización del culto al Santísimo Sacramento y demás Titulares; la adecuación de las Reglas a la nueva normativa diocesana; la identificación, recuperación y restauración de su valiosísimo patrimonio; la colaboración incondicional con los requerimientos de la Parroquia y la formación de sus cofrades, además de cuantas exigencias demande nuestra sociedad actual.