
De este modo ha roto el Santísimo, acompañado del sonido de las campanas del primer templo diocesano y en plena tarde de diario, el tono cotiadiano que, hasta el momento, vivían el Reducto de la Santa Iglesia Catedral y otras calles de su itinerario parroquial hasta que regresara, por la puerta principal y se procediera a la bendición con su Divina Majestad.